miércoles, 27 de octubre de 2010

Reporte de Javelina Jundred 2010

[caption id="attachment_1307" align="aligncenter" width="640" caption="Spiderman y Luis Carlos en la meta"][/caption]

Luis Carlos Stoute y yo terminamos este domingo 24 de octubre el Javelina Jundred 2010, un ultra maratón de 163 kilómetros, en 28:46:53. Increíblemente, cruzamos juntos la meta. Cada quien hizo su carrera individualmente, pues fue poco lo que corrimos juntos. Pero al final nuestro tiempo fue idéntico. Este es el evento que me ha exigido la mayor determinación para terminarlo: eran seis vueltas cruzando por la meta/partida y era muy fácil retirarse en cualquiera de esas vueltas.

La carrera consistía en seis vueltas de 24.78kms y una vuelta de 14.48kms, un total de 163.16 kilómetros (es difícil hacer que estas cosas salgan exactas). Cada vuelta era en sentido contrario a la anterior, comenzando en el sentido del reloj. LC y yo corrimos juntos gran parte de la primera vuelta, pero en algún momento nos separamos y ya no volvimos a correr juntos hasta el último kilómetro antes de la meta que cruzamos juntos. Mi meta era terminar esta carrera y en cada vuelta me tomaba un buen descanso, acompañado de una Sierra Nevada Pale Ale. LC llegaba al final de cada vuelta, se re-abastecía y partía inmediatamente.

Tal vez, si no hubiese estado confiado de poder terminar esta carrera, hubiese sido más razonable imitar a Luis Carlos y no perder tiempo que después me podría hacer falta al final de la carrera. Pero mi análisis del paso necesario para terminar en 30 horas me llevó a la conclusión de que tenía "todo el tiempo del mundo". Luego la realidad me iba a dar un mazazo, pero aún así terminamos con una hora y sencillo de margen. Mi vuelta más difícil fue la quinta.

La segunda vuelta la di con mi cámara, tomándole fotos a los otros corredores y sus disfraces. Fue muy divertido correr como el "Hombre Araña" toda la carrera, con máscara y todo. Recibí mucha energía de los demás corredores que me decían "good job Spidey!". La gente se preguntaba cuando me iba a quitar el disfraz y correr como gente normal, pero crucé la meta con mi traje de hombre araña. La máscara sí me la quite en la sexta vuelta, pues ya era hora de quitarme los guantes y pelear de verdad con esta carrera. Solamente me quedaban unas 8 horas para completar 39 kilómetros, todo el tiempo del mundo en condiciones normales (pero ya llevaba 124).

La carrera fue todo lo que esperaba de una carrera de esta distancia en el desierto. Partimos en la oscuridad de la madrugada, a las 6am y vimos un amanecer espectacular. Luego el día se fue poniendo caliente, y el sol estaba abrasador. Me tocó hacer algo de control de temperatura pues mi disfraz estaba caliente bajo el sol que brillaba con fuerza. Me había puesto un pañuelo alrededor del cuello y me lo mojaba con agua helada para enfriarme. El traje completo resultó fresco por la gran superficie que tenía para evaporar agua, pero era un trabajo constante. La luna salió en la última hora de luz y me tocó ver el sol ponerse mientras la luna se levantaba.

En la tercera vuelta llegué al campamento principal con luz, a las 4:44pm, pero sabía que pronto se ocultaría el sol. Salí a la cuarta vuelta con mi lámpara en la cabeza por si acaso la necesitaría. Nunca usé mi lámpara pues la luna brillaba en el cielo y habían muy pocas nubes para ocultarla. Mi sombra se veía claramente en el piso, y, además, el Hombre Araña puede ver claramente en la oscuridad. Esa cuarta vuelta sería una de mis más placenteras experiencias: corrí con fuerza ahora que la temperatura había bajado y el entorno se volvía mágico, místico. Estaba feliz de estar gozando de esta experiencia rodeado de toda la fuerza que hay en el desierto, donde la vida araña su existencia en uno de los ambientes más hostiles de este planeta. La vueltas contra reloj resultaron ser las más fáciles pues la subida era muy gradual. Yo aún estaba entero.

Cuando salí de Coyote Camp, a 8.69km de mi próxima vuelta, todavía tenía a LC por delante y no pensé que lo volvería a alcanzar pues me llevaba buena ventaja. Como en todas mis vueltas, iba pasando gente poco a poco. Había escogido salir en la cola del paquete para poder hacer una carrera de menos a más, y por ahora las cosas salían de acuerdo al plan. Cada vez que veía una luz por delante me ponía contento: otro corredor que alcanzarme. Yo iba sin luz y podía ver todo el entorno claramente. Me imaginaba lo oprimente que podría ser correr con una luz en la noche, donde el campo visual se limita a lo que la lámpara puede alumbrar. Cuando me alcancé al corredor que tenía por delante resultó que era LC, venía con los pies adoloridos, un poco lento. Corrí con el un rato mientras conversábamos, pero luego decidí que aprovecharía apretando para poder tomarme otra cerveza mientras el me alcanzaba.

Al final de la cuarta vuelta había pizza en la base. ¡Que delicia un par de pedazos de pizza de chorizo italiano caliente con una Pale Ale! Mientras yo me comía mi deliciosa pizza llegó LC, se abasteció rápidamente y volvió a dejarme atrás. Esto ya era un relajo... Comencé a pensar que podía suceder que me pasara como a la liebre y la tortuga. Pero qué bien se sentía sentarse y relajarse por un rato. Siempre salía recargado de cada parada larga que hacía. No estoy seguro que hubiese podido hacer una carrera como la de Luis Carlos, que realmente estaba descansando muy poco. La mayoría de los corredores seguían un plan como el de Luis Carlos, pasando rápidamente por las estaciones, perdiendo el menor tiempo posible. Aparte de comer, aprovechaba cada vuelta por la base para ir al baño. Era necesario que alguien me ayudara a bajar la cremallera del disfraz de hombre araña. Para mi era imposible llegar al punto intermedio de mi espalda.

En la quinta vuelta me quité el pañuelo que estaba húmedo aún y me estaba dando frío. También dejé mi lámpara pues no quería más molestias en la cabeza. Esta vuelta era la más difícil de las direcciones por que había una subida rocosa y empinada que castigaba un poco los pies. Después de una hora subiendo me pareció que nunca iba a llegar a Coyote Camp, el primer puesto de ayuda en esta dirección. Varias veces traté de correr y me golpeaba los pies con las rocas. Ya me estaba cansando y no estaba levantando los pies suficientes para poder correr loma arriba. Varias veces tropecé y estuve a punto de caer antes de llegar a Coyote Camp. En Coyote Camp hice una para un poco larga mientras tomaba sopa de fideos calientes, ¡qué rica que estaba esa sopa! Ya estaba encontrando que en cada estación habían corredores desertando la carrera, acabados, adoloridos, con el espíritu y el cuerpo partido. Ya era obvio que esta es una carrera difícil...

Salí reconstituido de Coyote Camp hacia Jackass Junction, la próxima estación. A la mitad del camino a Jackass ¡me caí! Por estar mirando el cielo, o algo así, no vi un desnivel en el sendero. Rodé por el piso y sentí un dolor intenso en mi espalda inferior. Cuando me levanté estaba en problemas: no podía correr. La tensión de los músculos tratando de evitar el piso me dejaron todo apretado y cada pisada me producía un dolor intenso en la columna. ¡Peligro Will Robinson! ¡Scottie, sácame de aquí! Mi sentido arácnido estaba produciendo alerta roja. Y ahora, ¡quien podría defenderme! Bueno, hora de sacar del fondo del barril. Podía caminar, solamente me repetía que era hora de ser tenáz, no parar, no parar, no parar. Me tomó lo que pareció una infinidad llegar a Jackass Junction, estaba completamente apagado cuando llegué. Por suerte el personal de ayuda de esta estación era muy animador y me reconstituyeron prontamente.

Nuevamente salí con energías renovadas de la estación de apoyo, pero esta vez no me duraron mucho. Comencé a notar que había un patrón en el bajón de mis fuerzas: ya no podía llegar de una estación a otra con tan solo lo que comía en la estación. Era hora de usar una nueva estrategia alimenticia por que mi cuerpo ya no tenía la capacidad de mantener mi ritmo con sus propias reservas. Por suerte llevaba un Power Gel en mi cinto y lo usé por primera vez. Al poco rato sentí como mi energía volvía a surgir. Ya estaba llegando de vuelta a la base y me encontré con LC y Margaret. Les conté lo que me había pasado, brevemente, y les animé a que apretaran el paso para terminar con tiempo. Pero yo, en ese momento, dudaba que pudiese hacer el tiempo de corte para la carrera.

Al llegar a la base le expliqué a Lorena lo que estaba pasando y le pedí que me diera una masaje en la esplada inferior con árnica. Ya en la vuelta anterior me había untado árnica en la rodilla izquierda, y, junto una par de Panadol, había tenido un efecto positivo. Tenía unas ganas bárbaras de otra cerveza, pero ya estaba muy preocupado con mis posibilidades de terminar. Lorena me animaba, me alentaba, y su confianza me dio fuerza para volver a la batalla. Sin ella hubiese sido imposible que terminara esta carrera. ¡Qué suerte poder contar con su apoyo en estos momentos! Con Lorena Y Margaret en la base, cada vuelta era un parada técnica crucial: nos buscaban comida, nos rellenaban las botellas, y recargaban nuestro ánimo.  Esta era la hora álgida de mi carrera, cuando mis ánimos y mi confianza estaban en el piso. Iba a tener que correr con los vapores del tanque de diesel...

Por suerte la sexta vuelta era en la dirección más gentil, una subida muy gradual hasta la bajada con piedras. Comencé con las piernas de plomo pero, poco a poco, fui aumentando mi ritmo. Pero esta vuelta me deparaba sorpresas: ahora estaba teniendo que parar con frecuencia para orinar. Cada parada era una odisea para quitarme el vestido - primero tenía que quitarme la botellera, luego bajarme la cremallera (que ya estaba dejando a medio camino), quitarme las mangas, y luego hacer lo que tenía que hacer. Entonces, a repetir el proceso en sentido contrario. Por otro lado, ya sentía que la uña del dedo gordo del pie derecho estaba destrozada por una de las rocas que había pateado. Por suerte me había cambiado las zapatillas en esta vuelta - ya las anteriores me estaban apretando mucho, tenía los pies hinchados. Ahora estaba consumiendo Power Gels constantemente para mantener el cuerpo funcionando.

Además de necesitar de alimentación constante, ya era necesario hacer uso de una voluntad férrea para avanzar: el sueño estaba haciendo que tambaleara, como si estuviese borracho. ¡Pero ya llevaba dos vueltas sin pintas! Pensaba: aaah, que buenas que van a estar esas cervezas en la meta. Vi varias estrellas fugaces, pude ver conejos muletos, y escuchar coyotes aullando. Ya pronto estaría saliendo el sol, el alba coloreaba el este de rosado, y se estaba intensificando rápidamente hacia rojo. Le estaba dando la vuelta al reloj, y con la luz que nacía en el este mis energías se iban reponiendo. Escuché a las aves trinar, sentía como despertaba el desierto. Estaba cruzando un umbral, había atravesado la oscuridad y regresaba a la luz, al lado de la fuerza. ¡Si se puede! Estaba contra las cuerdas del tiempo, pero podía pelear, estaba tirando puño y patadas.

Finalmente llegué a Coyote Camp. Ya estaba encontrando a los corredores que estaban en su última vuelta, la vuelta corta. Entre ellos me encontré a un Marine que estaba por retirarse al terminar su tercera vuelta. Habíamos corrido juntos varias vueltas, sentí su tristeza cuando contemplaba parar de correr. Pero, al igual que muchos, sacó fuerzas y perseveró. En Coyote Camp volví a recargar las baterías, recoger alimentos, y continué mi descenso al retorno, y mi última vuelta. Esperaba ver a Luis Carlos y Margaret en cualquier momento. Finalmente los topé a un par de kilómetros del retorno, según LC a 19 minutos de la vuelta. En ese momento yo venía caminando, pero apreté nuevamente con los ánimos que me dieron.

Al llegar a la última vuelta me encontré con Lorena esperándome en el camino. Corrimos juntos de vuelta a la base mientras planeábamos lo que haríamos: otro masaje de árnica, más Panadol, rellenar botellas, y a dejarlo todo en el camino. Tenía tres horas y media para terminar la carrera, los 15 kilómetros que me faltaban. Cada vez que pasaba por la meta sentía el apoyo de todos los espectadores, que alegría. A los niños les encantaba ver al Hombre Araña y chocábamos los puños. Hice paradas para fotos con varios chicos, era espectacular, pero ahora era Peter Parker - ya me había quitado la máscara.

Esta última vuelta sería sobresaliente, iba a correr de verdad. Toda la carrera hasta este momento había sido enfocada en llegar al presente instante, al momento de la verdad. Suena bonito, pero estaba hecho pulpa. Iba caminando y corriendo con un pasito corto. De repente me viene pasando un grupo de tres corredores, una mujer en su última vuelta y dos "pacers" acompañándola, una pareja. El hombre, de mi edad, y con Vibram Five Fingers me pide que los acompañe. Hago el intento y me voy quedando lentamente atrás. Lee no me abandona, se queda conmigo conversando y me anima. Yo le sugiero que regrese con su corredora y no la abandona. Me dice que ellas posiblemente prefieren ir conversando entre ellas. OK, me resigne a la compañía y decidí que le sacaría provecho.

Tuve mucha suerte pues Lee era un corredor excelente y iba a resistir todo lo que enviara. Increíblemente, yo estaba logrando mantenerme con él, y estaba apretando más el paso. Estaba surgiendo, alcanzando gente, incluso a la pareja de Dawn (la corredora) y Jean, su pacer (la esposa de Lee). Lee ha corrido 60 maratones, incluyendo Boston 5 veces. El sol estaba caliente, pero, como era temprano, todavía no me incomodaba. Había una larga fila de corredores por delante, y todos iban cayendo ante el paso que estábamos marcando subiendo la loma hacia Coyote Camp. Lee y yo íbamos conversando cómodamente a un paso de 6:45 el kilómetro (en estos momentos se sentía como si fuera un avión de caza). Y con cada paso estaba más cerca de cumplir con la meta del día, iba a terminar bien, bastante bien al tomarlo todo en cuenta.

Al llegar a Coyote Camp nos pasamos otro grupo de corredores. Rellené todas mis botellas (2 botellas, 1 en la mano y otra en el cinto), tomé un par de Power Gels, me comí otro, un último pedazo de pastel de zapallo, y a cerrar el espectáculo. El retorno era una bajada gradual con excelente superficie de arena compactada. Fuimos apretando en crescendo, mejorando el paso ahora que estábamos en bajada. Ya había soltado los frenos y aprovechaba la gravedad. Había más gente por delante y, poco a poco, los íbamos alcanzando y pasando. Finalmente llegamos a la ruta del camino principal, faltaban unos tres kilómetros y todavía tenía fuerzas.

Al poco rato veo en la distancia a una pareja familiar: eran Luis Carlos y Margaret. ¡Los había alcanzando! Increíble, después de 160 kilómetros íbamos a correr juntos nuevamente, y terminar en equipo. Ya Lee sabía que tenía a mis amigos por delante y, cuando se los señalé, me dijo ¡vamos por ellos! Ya Lee me estaba rociando con agua fría de su botella para ayudarme a manejar el calor. Lee le grito a Luis Carlos que mejor apretara el paso o se quedaba atrás. La voz de Lee sorprendió a LC y Margaret. ¡Qué suerte que tengo! Seguimos juntos, jubilosamente hasta la meta. Un final espectacular después de todo los experimentado. Una vida en una carrera. ¡Wow!

martes, 12 de octubre de 2010

8:15 por Kilómetro

Ese es el paso que me va a llevar a la meta: 8:15 por kilómetro. Si logro mantenerme en movimiento a 8:15 por kilómetro, por 22 horas, puedo terminar el Javelina Jundred en menos de 24 horas, incluyendo los descansos. La respuesta a esa posibilidad solamente me la va a dar la práctica. No tengo idea como voy a estar después de 100 kilómetros.

Los primeros 80 kilómetros solamente son para acercarme a la meta, los próximos 20 son para ganarme una medalla para los flojos, y los próximos 60 kilómetros son los que me separan del objetivo: terminar. No estoy suficientemente preparado para este reto, desafortunadamente. Ahora la meta sí está lejos...

En American River iba a correr un maratón y luego ver cómo llegaba a la meta. Ahora voy a ver cómo cubro un American River, y luego lo vuelvo a repetir. Lo digo y no lo creo, eso es muy lejos, en auto. Es como salir de mi casa, ir a Gorgona corriendo, tomarme una cerveza con mi cuñado y regresar corriendo a la casa, en Panamá. No lo hago en auto, y ahora pretendo hacerlo corriendo. Me patinó la chocolatera, definitivamente.

Todavía estoy a tiempo para cancelar mi boleto de avión y usarlo para algo mejor, una vacación decente, ir a un lugar relajado, con una piscina, al lado del mar, y tomar piñas coladas, margaritas, cheladas, y comer tapas. ¡Qué lío! ¿Quién me mandó? Nadie me obligó, lo he hecho por voluntad propia. ¡Qué bárbaro! Debe haber sido el estrés, seguro. No hay otra explicación.

Voy a pasarme todo el día como el coyote: correteando al correcaminos. En esta ocasión voy a estar en términos amistosos con el correcaminos Luis Carlos Stoute. Si me logro mantener entero y no suelto la cuerda con la que voy a tener atado, puede que termine. Si al caer la noche sigo a su lado, podremos contar con el apoyo de Margaret Von Sanger, quien nos hará de coneja. Y en cada vuelta tengo a Lorena Riba, mi cosita (también es mi esposa), esperando en el cuartel central para darnos apoyo moral y espiritual. No está tan mal la cosa.

martes, 5 de octubre de 2010

Aerodinámica Barata

[caption id="attachment_1291" align="alignleft" width="300" caption="Sin Guantes"]Sin Guantes[/caption]

Hay un excelente artículo en Bicycling sobre el equipo de ciclismo de MIT. Tres cosas sobresalen del artículo: el cuerpo es 75% del arrastre producido en la bicicleta, mucho más que la misma bicicleta, un casco normal produce 4 veces más arrastre que un casco aerodinámico, y, por último, usar guantes produce más arrastre que usar una rueda delantera normal (en lugar de una rueda de perfil alto). Con estos detalles ya he concluido mi estudio para Cozumel 2010.

Voy a comprarme un casco aerodinámico, voy a montar sin guantes (ya lo he estado practicando), y voy a usar un manillar para montar en posición horizontal. Los otros detalles ya son menos importantes, pero voy a tratar de hacer todo lo posible por ser lo más eficiente que pueda para el día de la carrera. El año pasado en Cozumel nos tocó buen clima, pero vi lo duro que puede soplar el viento. Nos tocó viento, pero no tan fuerte como había estado soplando los días anteriores. Hubiese sufrido mucho en la sección de costa expuesta si el viento habría soplado con más vigor. Este año voy preparado para batallar contra el viento.

lunes, 4 de octubre de 2010

Gamboa g21 - Los mejores 21km de Gamboa

[caption id="attachment_1288" align="alignleft" width="200" caption="Lorena y Sandra terminando"]Lorena y Sandra terminando[/caption]

Este domingo corrimos los 21 kilómetros de Gamboa. Sin lugar a dudas que este evento se ha ganado su posición en la historia de esa carrera como la mejor edición a la fecha. La participación fue masiva, tanto de parte de los corredores, como de los espectadores y el personal de apoyo. César Kiamco, como director de la carrera, se merece un premio por su excelente labor. Me alegró ver el regreso a la ruta tradicional de esta carrera, que, cuando la corrí por primera vez, partía de Gamboa.

Lorena corrió la carrera en 3:10 - un logro fantástico. Estoy muy orgulloso por el esfuerzo que ha hecho, y por los resultados que ha conseguido. Ya está más cerca de su meta: correr el maratón de Huntington Beach, el 6 de febrero del 2011. Corrió acompañada de Sandra Mora, quien también corría esa distancia por primera vez. Lorena ya había corrido los 21km de El Valle, pero ella dice que esa era una caminata, no una corrida. Igual, terminar la carrera de 21 kilómetros es una gran progresión.

Por mi parte, comenzando la carrera, después de subir la primera loma después de la meta, pensé que no iba a poder terminar la carrera. Me había lastimado el tendón de la pantorrila derecha el lunes anterior y el dolor regresó inmediatamente inicié la corrida. Fui acomodando mi pisada para ver como podía lidiar con la lesión y poco a poco encontré un ritmo que pude llevar hasta el final. Para mi era importante ver como me iba después del tirón por que si no podía con esta carrera, menos iba a poder con los 160 kilómetros que me esperan en 20 días, en el Javelina Jundred. Al menos me dan un certificado de participación si completo 100km.

El sábado pedaleé 3 horas sin ninguna molestia en la pantorrilla. Voy a mover mi entrenamiento a la bicicleta y así descansar mi tendón. Puedo bajar mis corridas a un par por semana, entrenando mi corazón con natación y bicicleta. ¿Qué más me queda?

Aún con lo anterior, disfruté mucho de esta carrera. Qué agradable es correr, y competir, con tanto amigos en el camino. Fue divertido irme acomodando entre los corredores. Rápidamente quedé muy rezagado entre los corredores por el tiempo que caminé mientras se me acomodaba el dolor de la pantorrilla. Luego pude ir avanzando con cautela, tratando de mejorar mi ritmo sin hacerme más daño. Casi que quedo a medio camino cuando la pierna izquierda se me quería revelar por que estaba haciendo la mayoría del trabajo, cargando a la pierna derecha.

Al final crucé la meta en menos de 1:56:00. No se exactamente en que tiempo terminé por que el número se me corrió y no me tomaron el tiempo correcto. Estoy seguro que hice menos que 1:56 por que ese fue el tiempo de Camilo Amado, a quien me pasé antes de iniciar la bajada hacia la meta. Camilo y yo tuvimos un tete a tete amistoso a través de toda la distancia. Jugamos a la liebre y la tortuga toda la carrera: yo caminaba en los puestos de agua y Camilo de pasaba. Luego me lo alcanzaba y me lo pasaba, solamente para volver a repetirlo un par de kilómetros más tarde.

Cuando pasé bajo las hierbas de bambú me acomodé mi numero de carrera para que se pudiera ver bien. Luego apagué el cerebro para pasarle la sangre a las piernas, y apreté con todo lo que me quedaba. Me medí en la loma para llegar al tope de mi ritmo cardíaco al coronarla. Seguí resoplando en la recta antes del hotel para tratar de bajar mis pulsaciones y mantener el impulso. Como mi motor diesel no tenía muchas revoluciones que desarrollar, pero 3,950rpm pude llegar hasta la meta sin explotar.

Tuve que esperar un buen rato antes de poder tomarme una cerveza de las que tenía en el auto, una caja de Balboas de botella heladas. Vera se había llevado el auto para dar apoyo en el puesto de los Juaneteros y Hashers, a 2 kilómetros de la meta. Mientras me dedique a socializar con el resto de los corredores que iban llegando. Margaret Von Sanger me trajó hielo para la pierna y me ayudó muchísimo. He seguido poniendo hielo en la pierna y se me ha aliviado muchísimo. Ya veré como me me va en Arizona.

viernes, 1 de octubre de 2010

Seis Pulgadas

En algunas cosas seis pulgadas hacen toda la diferencia. En la parte alta del Río Grande hacen la diferencia entre el cielo y la tierra. Fuimos a remar esta sección antes que entrara el verano para despedir el año. Dimas nos visitó de Chiriquí para esta remada. Encontramos que el río estaba al seco, como seis pulgadas menos que la última vez. En primera instancia pensamos que el río no iba a llenar nuestras expectativas, pero al final resultó que tuvimos un día espectacular en el agua.

Lástima que no pude tomar fotos por que me robaron mi cámara y Joaquín tiene días buscando la suya. Esta vez, con la ayuda de Dimas, bajamos todos los chorros que tiene esta sección del río. Bueno, Dimas bajó todo el río. Joaquín y yo caminamos dos de los chorros, pero quedamos con ganas de completar esta sección en algún futuro cercano. De seguro no será hasta el próximo año.

El primer chorro, al que hemos apodado "Susto Barato", casi nos sorprende por que, como nó tenía mucho volumen el río, no se veía el roció que produce ese chorro cuando tiene caudal. Ya casi estaba por pasar el punto sin retorno cuando caí en cuenta que estaba viendo el horizonte del salto. Alerté a Dimas y a Joaquín y remé para atrás con ganas para poder salir del río a investigar la zona de aterrizaje antes de emprender el vuelo que partió mi remo la última vez (la primera vez, y la única vez) que bajamos Susto Barato.
Nota: 
Esta entrada nunca la terminé, pero me pareció apropiado
publicarla por qué acabamos de bajar el Río grande. Y las 6
pulgadas más hicieron toda la diferencia del mundo. Creo
que esta vez el río tenía hasta 12 pulgadas más que la vez
a la que esta entrada hace referencia, que fue en diciembre
del 2009.