Nunca pensé que compartiría mi cuerpo con un gusano. La verdad es que puedo haber sido ingenuo. Con todo el tiempo que he pasado en el campo, las probabilidades eran que tarde o temprano me tocaría encontrarme con parásitos. Pensaba que las posibilidades eran hacia los parásitos intestinales, pero ese número todavía no ha salido en mi lotería. Hace unos días me saqué mi primer tórsalo.
La experiencia comenzó con una "picada" que no se me había sanado después del período normal para que estas cosas desaparezcan. Esta picada estaba justo en mi tendón de aquiles, y, con el paso del tiempo, me picaba más y más. Mis sospechas de qué tenía en esa picada eran mixtas, sospechaba leichmania o tórsalo. Pero se inclinaron hacia tórsalo cuando a los perros que me acompañaron en una caminata, unas semanas antes, les sacamos varios gusanos de tórsalo. Pero los gusanos que le sacamos a los perros estaban bastante crecidos, y mi herida era muy pequeña para tener algo tan grande como lo que le sacamos a Fulo y Dorita, dos de nuestros tres dobermans.
De una vez inicié mis investigaciones sobre el tórsalo. Encontré que el parásito viene de una mosca, Dermatobia hominis, que atrapa un mosquito y le coloca los huevos por fuera, sin hacerle daño al mismo. Luego, cuando el mosquito pica a un mamífero, las larvas de la mosca salen de su huevo al sentir el calor de su nuevo anfitrión. Rápidamente se introducen por el agujero que dejó la picada del mosquito en la piel de la víctima. Una vez que las larvas se introducen en el cuerpo de la víctima, irán creciendo con la carne del mamífero que servirá de alimento para su desarrollo.
Obviamente, no tenía ganas de ser comida de nadie. Pero cuando busqué qué podía hacer al respecto, encontré que no tenía muchas opciones. Este gusano estaba hecho para resistir cualquier esfuerzo de extracción normal. Frecuentemente, la mejor vía es simplemente dejar que su desarrollo siga su camino, por lo menos hasta que la larva adquiera un tamaño manejable. Al final, después de leer y evaluar mis opciones, decidí darle tiempo al gusano para que se engordará un poco.
Al cabo de un par de semanas, ya la morada del gusano estaba tomando forma, y yo tenía un bulto notorio sobre mi tendón de aquilés. Aún así, no sentía nada, a parte de la picazón, que me hiciera sentir íntimo con mi nuevo huesped. En más de una ocasión me desperté en la noche al sentir, literalmente, como si me hubierán mordido el talón. Aparte del bulto sobre mi talón, siempre había un pequeño orificio que no sanaba. Era un agujero perfectamente circular, que crecía lentamente. Como a la tercera semana decidí ver que tan hondo era la morada donde estaba viviendo mi gusano. Tomé mi cuchilla y le quité la tapa a la pirámide que salía de mi talón de aquilés. Era más honda de lo que estaba dispuesto a cortar, y ya había quitado unos milímetros de carne. Increíblemente, la herida que me hice sanó rápidamente, y no hubo ningún tipo de infección.
Al mes, finalmente, logré ver a mi inquilino. En las mañanas podía ver algo blanco, como si fuera pus, que salía del hueco en mi talón. Pero cuando lo tocaba, la "pus" se retiraba y mi dedo no quedaba mojado. Era un de los extremos del gusano que salía a tomar aire fresco. Ahora sí no quedaba dudada que tenía algo adentro. Ya podía dedicarme a la extracción de algo real... En uno de los tantos sitios de internet sugieren usar Vic Vaporub para asfixiar al gusano y luego extraerlo. Decidí que ese era el curso de acción que tomaría.
Un viernes en la tarde empaque mi talón con Vic Vaporub y lo cubrí con "Duct Tape". En la noche, después de una par de rones, decidí ver como iba progresando el asunto. Cuando levante la cinta adhesiva de mi talón, pude ver un buen pedazo del gusano saliendo de su guarida. Inmediatamente tome una pinza de cejas y lo sujeté firmemente. Poco a poco le fui aumentando la tensión, y el gusano se fue estirando. De repente comencé a sentir como si me estuviera arañando - eran sus espinas tratando de sujetarse dentro de su morada. Pero ya el destino de mi inquilino estaba decidido: iba para afuera. Al cabo de unos segundos logre ganar la competencia de fuerza, perdió mi tórsalo. Tenía, después de un mes, un pequeño gusano de unos milímetros en mi mano. ¡Que bicho tan feo!