jueves, 29 de diciembre de 2011

Nombre de Dios a Gamboa

[caption id="attachment_1936" align="aligncenter" width="640"] Ruta Nombre de Dios a Gamboa[/caption]

Anoche regresé de caminar y remar de Nombre de Dios a Gamboa. El lunes en la mañana me escribió mi amigo Juan Antonio preguntando si quería llevar a unos hombres a caminar el Camino Real y le dije que me interesaba. Al reunirme con la gente, eran un par de tenientes de la Marina y un teniente de los Marines, me dijeron que querían cruzar el Istmo en tres días. Después de decirles que estaban locos les conté de un viaje parecido que había hecho con Scott Schumaker y Jorge Heilbron hace unos años atrás. Les gustó la idea y al día siguiente partimos a recorrer el Istmo.

Básicamente, en una día caminamos 38 kilómetros desde Nombre de Dios hasta Boquerón arriba, y, al día siguiente, remamos 40 kilómetros desde Boquerón Arriba hasta Gamboa. Ellos siguieron caminando por el Camino de Cruces y luego por la calle hasta llegar al puerto de Balboa. Todavía no he escuchado sobre su llegada, así es que asumo que están caminando aún, si es que no están perdidos en el Parque Camino de Cruces. Ya me enteraré luego de cómo les fue.

Para mi, lo más increíble de la experiencia, ya que nunca lo había hecho así, es que me fui casi sin comida. Por el apuro del plan solamente me llevé lo que me quedaba de mis geles y otros alimentos de apoyo para mis corridas largas. Al final, como estoy harto de comer esas calorías simples, solamente me comí unos 6 Power Gel Blasts sabor a Kola en un recorrido de casi 80 kilómetros. Mejor dicho, no comí nada. Caminamos 2 horas el lunes por la noche, 14 horas el martes y remamos 8am a 5pm el miércoles. Me dormí con hambre todas las noches, pero al despertarme ya me sentía fresco nuevamente.

El martes en la noche, después de las 14 horas caminando con solamente unos 4 paquetes de 120 calorías, me sentía nauseabundo y cansando. Pero estaba con tanto sueño que me fui a dormir así mismo. El miércoles me desperté fresco como una lechuga listo para remar 40 kilómetros sin parar. Mi cuerpo estaba sacando su alimento del exceso que tenía acumulado alrededor del abdomen. Y creo que tengo suficiente como para seguir por otra semana o dos al mismo ritmo. Parte del truco, creo, es mantener el ritmo suficientemente bajo como para poder recibir las calorías de la grasa acumulada y no tener que usar los carbohidratos acumulados en los músculos. Esos, estoy seguro, me hubiesen fallado como a las 12 horas, sino antes.

Mis compañeros estaban comiendo MREs (Meal Ready to Eat), la ración típica del ejército de Estados Unidos, y a mi no me provocaba comer de esas raciones (además, tampoco me ofrecieron). Pero yo estaba preparado para esa situación y estaba confiado que no tendría ningún problema. De hecho, solamente el teniente de los marines se mantuvo conmigo en la caminata. Los otros dos siempre andaban rezagados y al final del primer día uno estaba muy limado (y sollado entre las piernas además). Estos hombres estaban por la conquista del cruce por que creo que ni gozaron del paisaje espectacular que estábamos atravesando.

Desde hacía muchos años no encontraba tantos árboles caídos en el recorrido. Yo había hecho el cruce de Nombre de Dios a Boquerón en 11 horas y esta vez me tomó 16 horas en total. Tuve que tirar mucho machete para cruzar una docena de árboles caídos. También me toco cruzar un derrumbe que me dejó casi que una pared vertical de unos seis metros de ancho a través del camino. Estaba muy preocupada mientras cruzaba por esa cara de piedra y veía que cualquier desliz me haría caer largo antes de que parara de rodar. Fuera de eso, el camino estaba tan hermoso como siempre. Ya estoy listo para repetirlo una vez más.

viernes, 9 de diciembre de 2011

28km Descalzo

Unas noches atrás me fui descalzo desde El Valle de Antón hasta Las Uvas, en la Interamericana, 28km de asfalto, de noche. No llevaba agua y solamente vestía un pantalón de correr y una camiseta de poliéster. Partí a las 11:00pm y llegué a Las Uvas a las 7:00am, parando a dormir como una hora. No dormí más por que al enfriarme mientras descansaba perdí calor corporal y no me quedo más remedio que reanudar mi peregrinar.

Aprendí varias cosas: a ese ritmo puedo hacer el Ultra Trail de Mont Blanc en 46 horas, dentro del tiempo de corte. Cuando se va lento, 4km por hora, el cuerpo no necesita mucho para mantenerse en movimiento. También, es mejor descansar durante el día, cuando el calor abrasa el cuerpo - durante la noche el frío hace incómodo el descanso.

Mis pies sufrieron muy poco en el trayecto. Al final terminé con una pequeña ampolla en cada pié, en el lado de afuera de cada talón, justo donde hacían contacto con el piso. Yo hubiese pensado que la ampolla debió salir en la parte de atrás del talón, pero estaba equivocado. El agua hizo muy agradable la superficie del asfalto, lo hacía casi sedoso.

Solamente tomé unos sorbos de agua en el camino. Había agua por muchas quebradas, pero, al final, tomé agua que se derramaba de unos tanques de abasto del IDAAN. No tomé mucho por que el chorro que caía era grande y no quería mojarme todo para evitar que me diera más frío. Creo que hubiese podido hacer todo el recorrido sin tomar nada de agua. Un poco más de agua haría más agradable el paseo, pero no era necesaria. Por un breve momento pensé que me iba a descompensar por falta de azúcar, pero el momento de nauseas pasó y pude seguir caminando sin mayor problema.

Voy a volver a hacer este paseo, pero la próxima vez me llevo las Vibram FiveFingers para no correrme el riesgo de cortarme los pies. Al pasar por las cantinas encontraba vidrios por el piso de las botellas que habían roto los borrachos. También me voy a llevar un bastón pequeño para no tener que enfrentarme con los perros de la calle con las manos vacías. Los perros fueron lo más incómodo de la caminata. Varios perros hicieron que se me erizaran los vellos y que la adrenalina me dejará con el corazón palpitando con fuerza. No es agradable tener que hacerle frente a tres perros agresivos a la misma vez. Es fácil asustarlos - sólo hay que levantar la mano como si tuviera una piedra y se alejan. Pero pronto regresan a seguir molestando.

Por último, llevar dinero para el desayuno en Las Uvas es esencial. Cuando llegué a Las Uvas solamente me tomé un vaso de agua mientras esperaba que Lorena, camino a Panamá, me recogiera. Un par de hojaldras con café hubiesen hecho de la espera algo más agradable.