miércoles, 27 de agosto de 2008

Remando con mi hijo

Irving en su kayakEste fin de semana remamos el Río Chame nuevamente. Estábamos acompañando una clase de kayaking que estaba dando John Miller de Boquete Outdoor Adventures. Como el río era fácil, decidí llevar a mi hijo a bajar su primer río en su propio bote. ¡Mi hijo dejó impresionados a todos, incluyéndome a mi! Bajó todo el río sin ningún problema, remando tranquilamente por más de cuatro horas. Cualquiera hubiese pensado que llevaba años haciendo esto. Comprarle un kayak para niños a mi hijo Irving ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Que alegría compartir un día completo en cercana compañía con Irving.

John Miller estaba dando una clase de introducción a Annie Young, Joaquín Gil del Real, y Jorge Barriga. Jaime Vásquez, Dimas Pino y Papito estaban asistiendo al grupo, y Paulo Vargas, mi hijo Irving y yo los acompaños en la bajado del río. Después de llegar a la primer charca del río, John se dedicó a repasar las diferentes paladas y técnicas de remo en kayak. Irving prontamente fue perdiendo la paciencia: ¡el quería seguir bajando el río! Al los pocos minutos me dijo "Papa, tenemos que volver al río tu y yo, pero sin John, para poder bajar todo el río sin parar". Ese momento no tiene precio...

Pero inmediatamente encontramos que podíamos entretenerlo en la charca retándolo a que nos embistiera con su kayak. Este pequeño juego a la vez lo hace practicar el control de su bote. A los niños no hay que enseñarle mucho de remos, ellos lo aprenden naturalmente mientras reman. Nosotros los adultos si necesitamos de más teoría y dirección, pero los pequeños captan lo que hay que hacer de manera intuitiva. Y cada rápido que íbamos bajando se le iba haciendo más divertido, como si estuviese en una montaña rusa en un parque de diversiones. LLevé a Irving en un kayak Jackson Fun 1.5, que era ligeramente grande para su tamaño pero que le daba bastante flotación para que estuviera seguro.

El próximo río lo llevaré en el Jackson Fun 1 que es el apropiado para su tamaño y su peso. Al Fun 1.5 no le podía poner su pollera, y si se la colocábamos nosotros él no tenía la fuerza para quitársela en una emergencia. Pero resultó excelente llevarlo en el bote sin pollera. De esa forma Irving se podía salir fácilmente del bote cuando se volteaba, y, por supuesto, se volteó un par de veces. En otras ocasiones, cuando bajaba rápidos con mucha agua, el kayak se le llenaba y había que sacarle el agua. Esto lo podíamos hacer desde nuestros propios kayaks sin tener que salirnos. El Jackson Fun 1.5 es tan liviano que lo manejábamos con facilidad. Irving podía volver a montarse en el bote en medio del río.

Ahora Irving está entusiasmado con los ríos y esta ansioso por volver a remar. Y yo estoy muy contento por que puedo pasar horas con mi hijo. Como la gravedad y el flujo del río nos llevan río abajo sin mayor esfuerzo, es muy fácil para Irving mantenerse a la par de nuestro grupo de remadores. Ya después de las cuatro horas en el río, cuando llegamos a la parte plana, yo saqué una correa y amarré el bote de Irving a mi correa de rescate. Irving no se quejó de esto y así me aseguré de no cansarlo. Ya había pasado bastante tiempo remando su kayak y los niños de 7 años solamente tienen tanta energía en su cuerpo. Yo le mantuve su nivel energético a tope con bebidas y meriendas frecuentes. Todos lo pasamos de maravilla.

Cuando llegamos al auto, Irving repelló de una vez con la comida que nos esperaba. Al poco tiempo se hizo una bolita en su puesto y se durmió, feliz. Y yo manejé de vuelta con una sonrisa en la cara, feliz. Ya estoy pensando en el momento en que pueda incluir a Laura, de 5 años, en nuestros remadas. Claro que tengo que ajustar el nivel y la duración del paseo para su edad y su capacidad. Pero estoy seguro que se va a adaptar al río tal como lo hizo Irving, como una nutria.

martes, 12 de agosto de 2008

Dislocaciones de Hombros

La dislocación de hombro ha llegado a ser el trauma más común en mi experiencia en el río. Ya he presenciado tres dislocaciones de hombro en el Río Pacora, y Dimas se dislocó su hombro en el Río Mamoní. Después de la primera dislocación de hombro de Jorge Patricio decidí informarme algo sobre los procedimientos para tratar estos casos en el campo. Este domingo Jorge Patricio se dislocó su hombro por segunda vez y nos resultó útil la información de como hacer una reducción de hombro.

Honestamente, yo me lo hubiese llevado al hospital para que le volvieran a colocar el hombro en su lugar. Pero Jorge no tenía ganas de sufrir el viaje de regreso a la ciudad con su hombro fuera de lugar. El sugirió que le volviera a colocar su brazo en el hombro. Considerando que sería mucho más conveniente para todos que Jorge recuperara el uso de su brazo, que en este momento colgaba desencajado de su hombro, decidí hacer el intento de reducirle el hombro.

Tomé una de las correas de rescate y se la coloqué bajo la axila y la cerré cruzando el hombro opuesto. Luego acostamos a Jorge mientras Alex y Joaquín sujetaban la correa para contrarrestar la fuerza de mi tracción sobre el brazo de Jorge. Comencé a poner tracción sobre el brazo de Jorge poco a poco. De repente se sintió cuand el brazo se movió hacia abajo y entonces traté de manipular su brazo hacia afuera y luego soltar la tracción para que regresará a su lugar. La primera vez no funcionó. La segunda vez moví el brazo hacia adentro cuando estaba bajo tracción y esa si funcionó. ¡Fantástico!

Inmediatamente fui yo quien se acostó para dejar que el estrés se me pasara sin que se bajará la presión repentinamente. No quería quedar como un pendejo desmallado a la orilla del río. Mientras Jorge experimentaba con su brazo para ver si le había quedado bien acomodado. Al parecer le quedó bien puesto y al rato iniciamos nuestro plan de evacuación.

jueves, 7 de agosto de 2008

Mamoní

Stern squirtQué gusto fue bajar el Río Mamoní ayer. Eramos un íntimo grupo de amigos pasándola bien al aire libre, flotando en un buen río. Joaquín y Jaime estaban bajando el Río Mamoní por primera vez, Alexandra ya lo había bajado una vez antes, y yo perdí la cuenta recientemente. Unas balsas de Aventuras Panamá nos alcanzaron cuando estábamos en nuestra para de almuerzo.

El agua estaba turbia de la reciente crecida del río, pero el nivel del agua estaba perfecto. Nos tocó un día ideal, con nubes tapando el sol para que no nos cocináramos en nuestros botes. Con tanta cosa encima a veces es difícil mantenerse fresco en un kayak. El flotador y la pollera de neopreno son excelentes aislantes que no permiten que el cuerpo se enfrie fácilmente durante una remada excitante.

Es para mi un gran gusto compartir la experiencia de iniciación de buenos amigos en un río nuevo. Estaba seguro que Joaquín y Jaime la iban a pasar bien en el río, y no me equivoque. Alexandra, que ya lo había bajado antes al principio de su aprendizaje había regresado al río en un excelente momento: su roll estaba perfeccionado al punto que puede enderezar su kayak con solamente las manos, de ambos lados. Esto le dió un nivel de confianza en el río que le permitió cuadrarse con todo lo mejor que el río tenía que ofrecer.

Fue una gran satisfacción para mi ver a todos los remeros tirarse por todos los chorros que tiene el Mamoní. Jaime y Joaquín se saltaron el segundo chorro, y todos nos saltamos Mama Grande, que está reservada para los mejores remeros del mundo, los que tienen nervios de acero y un control excelente de su kayak. Pero aparte del esfuerzo físico de tener que cargar el kayak alrededor de los obstáculos peligrosos del río, no se pierde nada de la satisfacción de bajar un río en kayak con buenos amigos. Y los balseros también la estaban pasando muy bien.

El río tenía tanta agua que cuando me tiré por Mamita, el segundo chorro del Mamoní, mi kayak y yo quedamos completamente bajo el agua por algunos instantes. Y luego salí disparado como un corcho que ha sido empujado bajo el agua. Instintivamente logré mantener mi balance mientras mi bote salía vertical del agua con todo el peso del chorro bajo la cola de mi bote. Por un momento pensé que el chorro me iba a chupar de vuelta pero un par de buenas paladas de mi remo me sacaron de la corriente y logré escaparme de una buen revolcada.

Ya cuando cruzamos Mama Grande, casi al final de nuesta remada, después de cuatro horas en río, ya estábamos todos cansado, y todavía nos faltaban unos 45 minutos de remo para llegar a la salida. Pero esos últimos kilómetros de río los pasamos muy bien flotando y conversando. Una nutria nos visitó en ese tramo, brevemente. Los balseros y los kayakeros íbamos compartiendo cuentos de la aventura, felices de haber pasado un excelente día en el agua.

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